El juguete lo sigue esperando al borde de la cama, aunque el niño está muerto y el sol no detiene sus brazos y la lluvia viene como al final vendrá el verano y como llega el viento de la montaña. Las horas van girando en las ruedas de madera, porque el juguete quiso moverse y se lo pidió al niño para estar junto a él en los siete años.
Mueren muchos niños todos los días en un solo lugar, y los grandes se quedan con las manos mudas para llenar el baño y el silencio igual que el primer día de la primavera. ¿Por qué es débil la nieve si no deja de ser blanca y el amarillo busca el azul para sentirse más fuerte? Mueren muchos niños, pero éste tenía un juguete que lo está esperando, y no se mueve de ese lugar porque alguien le dijo que volvía.
Nadie ha dicho que ese juguete no tenia vida, ya que este oso de felpa tenía un hada, algo así como un niño tiene a su ángel de la guarda, este oso tenía su hada. Un día, mientras este oso seguía triste por la muerte de su dueño, el querido Timmy, su querido amo, aparece esta hada y le dice: -Foffy, no llores, a lo que Foffy responde: -No puedo parar de llorar, lo extraño, mucho, era mi única compañía. El hada, quién escucha atentamente lo que Foffy le dice: -¿quieres volver a verlo? Foffy muy emocionado acepta. El hada saca su varita y diciendo las palabras mágicas: alacacínalacazón, eleva a Foffy en los cielos haciendo que desaparezca mágicamente.
Foffy llega a Peluchelandia, el cielo de los peluches, en donde se encuentra Timmy llorando, Foffy corre hacia donde está él y lo abraza, Timmy muy alegre salta de la felicidad y se lleva a Foffy hacia su nuevo hogar, el cielo.
